Sea lo que sea, ten en cuenta que lo que crees, se crea: si crees y tienes confianza en ti mismo, estarás creando una realidad de oportunidades y positivismo. Pero, si te reafirmas en creencias como “no valgo”, “no me lo merezco”, “no soy bueno” o “nadie me quiere”, seguramente tu realidad sea bastante diferente, cuesta arriba y limitada.
La ecuación sería: “Creencia = Cocreación”. Por tanto: ¿Qué podemos hacer para erradicar de nuestro diálogo interior frases como “no puedo”?
Creemos que somos los artífices de nuestras ideas, valores, actitudes, decisiones, modos de actuación, criterios éticos, etc… todo un abanico de creencias que no cuestionamos en su mayoría y damos por buenas.
Muchas de ellas son heredadas, transmitidas en nuestra infancia por nuestros padres, educadores y personas cercanas y que aceptamos como válidas sin cuestionar. En nuestra niñez nos sirvieron para aprender lo que se consideraba correcto o no, lo que era seguro, nos protegía y nos reportaba la aprobación, el sustento y el cariño de los mayores.
El desequilibrio surge cuando no todo lo que aceptamos y seguimos creyendo nos genera confianza y satisfacción personal. ¿Quién no ha experimentado miedo a la soledad, falta de valía, desmerecimiento o culpabilidad?
Cuando no conseguimos avanzar en nuestro desarrollo personal y relacional, estamos chocando con una o varias creencias que nos torpedean. Muchas veces, por lealtad a nuestros mayores o maestros, no las cuestionamos y dejamos de lado nuestras propias necesidades y opciones.
Necesitamos mirar con sinceridad las creencias que aceptamos y valorar el coste de asumirlas sin cuestionarlas. Podemos ser nuestros primeros saboteadores en alcanzar un logro, por lealtad, miedo, falta de concienciación, etc.
Nos metemos tan de lleno en nuestra propia historia, en nuestro “drama” personal, que dejamos de ver más allá, nos sentimos impotentes y perdemos el dominio de nuestra vida.
Tomar perspectiva desde el momento presente, observando los hechos a distancia, como si se tratara de los bloqueos de otra persona, es de una gran ayuda y liberación.
Darles la vuelta como un calcetín, con el acompañamiento del coach, libera y aporta concienciación, motivación y positividad en la vida diaria.
Podemos reconsiderar esas creencias que nos hacen ser infelices, volver a ellas con ojos nuevos, para liberarnos del miedo, la soledad, la culpa, el desmerecimiento, un largo etc. de sentimientos que nos hacen infelices. El origen no está en esos sentimientos, sino en las creencias que los generan.
Nos convertimos en los protagonistas conscientes de nuestras creencias. Damos pasos que van a ir potenciando el estado de bienestar y satisfacción personal. El diálogo interior, lo que nos decimos, se va aligerando de frases como “no puedo”, “no valgo”, “no me quieren” y, en su lugar, van fortaleciéndose creencias como: “quiero”, “soy capaz”, “puedo”, “aprendo de ello”, “confío”.
En mis sesiones sobre cambio de creencias limitantes a potenciadoras se aprende a salir del “drama personal” con preguntas que te hacen recobrar el poder sobre tus propios pensamientos y actuaciones.
A partir de tus fortalezas y preferencias, la profundización en nuestras sesiones de coaching y su práctica en el día a día llevan a la concienciación y claridad de tus principios y valores, de modo que te veas reflejado en lo que dices y haces como protagonista, no como víctima.
Recuerda que las creencias que nos “fustigan”, sin ser muchas veces conscientes de ello, son la base de muchos de nuestros estados de infelicidad y frustración. Podemos suponer que el problema viene de fuera, del “otro”, al que convertimos en el “enemigo”. Sin embargo, conforme vas adentrándote en tu propio viaje interior vas viendo salir a la luz ideas que tenías fuertemente arraigadas que, inconscientemente, estabas permitiendo que te atenazaran por dentro.
Sin duda, el miedo forma parte de este entramado que bloquea y victimiza. Y, como antídoto, te sugiero mirarlo de frente y dejar de huir. Nada más eficaz para disolverlo.
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