“Aprendizaje es experiencia; todo lo demás es información.” Einstein
Según Timothy Gallwey, en su famoso libro “El juego interior del tenis”, cada juego abarca dos partes, una exterior y otra interior. El que practica el juego interior llega a valorar el arte de la concentración relajada, que se traduce en el máximo rendimiento.
Mediante el coaching deportivo, el coach ofrece al deportista un “entrenamiento en el juego interior”. Consiste en el aprendizaje y la práctica de habilidades interiores como:
Un mejor desempeño nunca surge cuando se está pensando en ello, sino cuando se es plenamente consciente sin pensarlo. Parece que se está inmerso en un flujo de energía, donde apenas se intenta ejercer el control. La mente se aquieta y se libera del ruido mental constante y repetitivo y forma una unidad con la actividad del cuerpo. Las funciones inconscientes o automáticas operan sin la interferencia de pensamientos. La palabra clave es “dejar”: “dejar que ocurra”, en lugar de “hacer que ocurra”, dice Gallwey.
El coach ayuda al entrenador o deportista a desarrollar esa nueva visión interior para:
Este trabajo conjunto requiere del coach la capacidad de generar sintonía, confianza y seguridad. Trabaja desde dentro hacia fuera del deportista, árbitro o entrenador, como igual a igual, desde una posición de respeto y acompañamiento. No da consejos o preferencias, como un experto, sino que muestra y ofrece herramientas de auto-concienciación, reconocimiento y acción.
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